martes, 14 de febrero de 2017

HE VUELTO

He vuelto por que sí he vuelto y ¿Por qué no?. Buscando refugio entre mis viejas amigas las palabras, las que nunca me fallan, las que siempre están ahí para ver al verdadero Manuel bajo la mirada amenazadora de un papel en blanco.

He vuelto porque quizás me siento sólo rodeado de tanta gente, porque siento miradas clavadas en mi espalda que se convierten en afilados cuchillos, porque últimamente desayuno entre desprecio e indiferencia. ¿Por qué la vida me hace sentirme invisible?

 He vuelto porque necesito pintar palabras en paredes de papel, con mi vieja mochila cosida de palabras y mis dedos convertidos en sprays que tengo que agitar para que surja la magia.
He vuelto porque necesito encontrarme a mí mismo, decirme que hay que seguir adelante, que el camino de la vida es muy largo, que me voy a encontrar con gente que me va a juzgar sin conocerme, que me va a señalar con el dedo, que me va a declarar culpable  y que eso no me tiene que importar, aunque cuando llega la noche todo se vuelva a recrear en mi cabeza  una y otra vez hasta que el cansancio haga que me quede dormido como un niño.

He vuelto porque me siento mejor revoleteando entre palabras que entre la gente que está formando parte de vida diaria. Quiero huir, quiero correr sin echar la vista atrás, pero el miedo al fracaso me abraza, me besa y hace que me quede paralizado como una fría estatua de mármol.

Hoy es muy pronto y el sueño me dejó tirado en la cuneta y me recogió el insomnio vestido con un pijama de Frozen y diciéndome que si pinta fuera de la línea no pasa nada. El mismo insomnio que me mira con sus grandes ojos escondidos bajo unos tirabuzones rubios diciéndome que si hoy es fiesta.

Hoy he vuelto por mi insomnio y por la huella de mi vida, la que me guía, la que me centra cuando me tuerzo, la que me tranquiliza y me da un abrazo, la que ha compartido un café diario durante estos últimos dieciocho años , la misma que me quita las piedras del camino para que no me derrumbe y me quede llorando como un crío cuando me siento atrapado y sin salida.

Hoy he vuelto y no sé cuando me iré, sólo sé que cada vez que mis dedos rozan las teclas de mi ordenador el tiempo se detiene y los miedos se esconden como cuando era un niño y encendía a luz, todo estaba en su sitio y las sombras de la pared se diluían como débiles acuarelas disfrazadas de miedo, el mismo que sentía yo.

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